lunes, 28 de noviembre de 2016

Sólo diciendo la verdad podemos mirar hacia delante

Debo dar una explicación de por qué hago esto, por qué escribo este blog, algo que, de entrada, les reconozco que no me apetece nada. He pasado por la vida política durante casi cinco años, y respeto que haya gente que discuta o censure mi gestión -faltaría más-. Durante los años que he sido Presidente del Consejo Superior de Deportes he defendido las políticas que hemos llevado a cabo, y cada ciudadano interesado se ha podido hacer su propia composición de lugar, por lo que no encuentro razón en el plano político para salir ahora, el momento de hablar fue durante mi paso por el CSD. Además, el día que anuncié que me iba en una rueda de prensa, de corazón pedí públicamente perdón a todos los que no se hayan sentido tratados como estimaban que merecían, pues aún poniendo mis mejores esfuerzos en la importante responsabilidad que he tenido, soy consciente de mis limitaciones y estoy seguro de que me he equivocado más de una vez.

Desde esas premisas, que el Alcalde de Tarragona se alegre de mi sustitución me parece respetable, que piense que la relación con el Consejo Superior de Deportes será ahora mucho mejor, y otras cosas similares, pertenecen a la esfera de las libres opiniones, que respeto profundamente. Pero lo que supone algo radicalmente diferente es que en el momento en el que me voy, de repente y a diferencia de lo que se ha dicho durante los casi cinco años de mi mandato, se pretenda crear una realidad hasta ahora inexistente – que soy responsable del fiasco de que los Juegos del Mediterráneo no se hagan en 2017-, y que se me insulte con fruición -primero energúmeno, ahora tonto de baba, entre otras lindezas-. No me siento criticado institucionalmente o políticamente, sino percibo un ataque personal: según Ballesteros los Juegos del Mediterráneo no se hacen en 2017 por una decisión mía personal, fruto de intereses míos particulares.

Sin perjuicio de la trascendencia que esos insultos puedan tener en otros ámbitos -a los que expresamente no renuncio-, entiendo que es mi obligación no dejarlos pasar por alto proviniendo del Alcalde de una ciudad como Tarragona, y que tampoco debo consentir la estrategia de encubrir su estrepitoso fracaso culpando "al muerto", al que se supone que ya no va a poder defenderse. En mis años en el Consejo Superior de Deportes, he puesto todo de mi parte por dignificar la vida pública y por no consentir la más mínima connivencia con conductas corruptas. Y, sinceramente, un engaño de esta naturaleza forma parte de lo que he repudiado y combatido hasta este momento, por lo que no voy ahora a dejarlo pasar. Esa convicción me ha costado muchos disgustos -varias querellas, todas archivadas, pero con el desgaste que comportan-, y una estrategia en el ámbito del deporte de la que ha formado parte el socio de Ballesteros en esta aventura, quien ha dado cobertura, una y otra vez, a la mayor parte de quienes han tenido problemas por el uso indebido de los recursos económicos fiscalizados por el Consejo Superior de Deportes.

A la estrategia de culparme de la no celebración de los Juegos ya contesté en El País hace dos semanas (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/11/12/catalunya/1478973668_677196.html#?ref=rss&format=simple&link=link). Creo que ahí aparecen muchos argumentos para sostener sólidamente que es una ignominia atribuirme la intención de sabotear los Juegos. Es obvio que la responsabilidad en esta organización es principalmente de la ciudad -comparen su presupuesto con el del CSD, se darán cuenta de lo pequeñita que era la institución que presidía comparada con la ciudad-. Puedo listar numerosas acciones en las que he colaborado -como el envío de patrocinadores, la suscripción de convenios, o la inclusión de subvenciones en los presupuestos del Estado. Ballesteros no sólo no puede negar nada de lo que afirmé, sino que es incapaz de ofrecer un sólo argumento para justificar la atribución a mi gestión de ese boicot, que por tanto es una imputación gratuita.

Su estrategia inicial ha fallado. Es imposible defender que los Juegos no se celebran en 2017 por Cardenal. Por tanto, insisto, en su segunda arremetida no desmiente una sola de las afirmaciones que hice en El País. Insisto porque es muy significativo. Modestamente y en la medida de mis posibilidades, ayudé todo lo que pude, y desde el primer momento advertí de mis escasas capacidades financieras. Es mentira que yo haya boicoteado los Juegos, y es realmente infantil pensar que quisiera hacerlo, o que el Consejo Superior de Deportes estuviera llamado a un rol tan protagonista como para ser capaz de ese boicot.

En su segunda entrevista, Ballesteros cambia de estrategia. Repito, no desmiente ninguno de los hechos que expuse en El País, y a mi juicio busca dos nuevos argumentos guiados por un propósito: esconderse dentro de la bandera Tarragona frente a unos imaginarios ataques míos. Estos nuevos tópicos serían los dos siguientes, y dejarían en un plano secundario el boicot que es incapaz de argumentar.

1) El enfrentamiento personal. Vuelve a insultarme. Ya dije que me sorprendió -como a mucha gente que le conoce y me ha llamado estos días- la agresividad verbal de Ballesteros, que incrementa en su aparición en la web del Sr. Inda -es realmente significativo el medio que ha elegido para defenderse-. Seguramente ha entendido que le vendría bien que la gente crea que nos llevamos muy mal, porque eso abonaría su tesis de que he obrado de mala fe por motivos personales. Pero creo que no hace falta ni rebatir algo tan de consumo interno, dirigido, si es que existen, a los muy, muy Ballesteristas. Fíjense, me llama cobarde por publicar un artículo en El País en lugar de "decir las cosas a la cara". Y todo lo que hago es contestar a su ronda de entrevistas y ruedas de prensa de la semana anterior, dadas, insisto, con mi marcha anunciada, y basadas, además, en argumentos nunca utilizados hasta entonces. Entiendo que para cualquier persona adulta es ociosa mayor explicación sobre si es cobarde quien simplemente responde de manera educada y argumentada al que le ha atacado con insultos y en el momento en que su posición es de mayor debilidad por haber dejado ya la vida pública.
En mi opinión, como he señalado, esta actitud inusitada en Ballesteros obedece a su interés en aparentar un enfrentamiento personal que nunca ha existido, porque eso avalaría la tesis con la que quiere justificar que no haya Juegos en 2017. En efecto, Cardenal, por motivos personales, obstruyó los Juegos del Mediterráneo. Por eso he puesto en Twitter la foto comiendo dulces navideños, tan contentos. Si yo hubiera tenido tan mala relación con Ballesteros, ¿estaríamos en mi despacho compartiendo sonrientes un mazapán de Toledo cuatro días antes de las elecciones generales? ¿Qué he podido hacer de malo a Tarragona desde ese día, si el Gobierno ha estado en funciones, y él mismo reconoce que en esa situación no se podía hacer nada?

2) El enfrentamiento Cardenal vs. Tarragona. Ahora, de repente, afirma que yo he querido privar de 500 millones de euros a Tarragona. En estos momentos de dura crisis, Ballesteros trae a Tarragona ni más ni menos que 500 millones de euros de riqueza -empleo, inversiones, etc.-, y Cardenal, porque se lleva mal con él, o con Blanco, o con quien sea, hace lo posible por impedirlo, de forma que por su culpa los Juegos no se pueden hacer en 2017.
Elijan ustedes con quien se alinean, con el Sr. de Madrid ,del Gobierno del Partido Popular, o con el Alcalde perseguido que trae riqueza y empleo a la ciudad. Hay que reconocer que no está mal tirado el planteamiento, y en tiempos en los que los populismos están triunfando, le podrá dar réditos, sobre todo combinado con el primero de sus argumentos. Cardenal se pelea con Ballesteros, y Ballesteros sufre sus ataques por defender a Tarragona y a su gente.

Esto debe ser lo que se le ha ocurrido en las dos semanas que han transcurrido desde mi artículo en El País. Para abonarlo, rescata su frustrada reunión en el CSD de hace tres años, y aunque lo hayamos hablado y dado por aclarado -y sepa perfectamente que no tuve la más mínima participación en ello, que ocurrió en mi absoluta ignorancia, y que no me cogió el teléfono las numerosas veces que lo llamé ese día cuando me lo contaron-, lo revive para presentarlo como un desprecio a la ciudad de Tarragona y su gente. Así cierra el círculo: Cardenal se pelea con Ballesteros porque Ballesteros defiende a Tarragona y a sus ciudadanos.

Yo no me voy a pelear con nadie, e intentaré no contribuir a sus maniobras de distracción. La realidad es que él y Blanco han estado cinco años diciendo que los Juegos se harían en 2017, y han tenido que anunciar, precisamente, que no han sido capaces de que se hagan en 2017. Y yo lo único que quiero que quede claro son dos cosas: que este desastre no es desde luego ajeno a la gestión de Ballesteros y su equipo, y que es mentira lo que dice ahora Ballesteros de que nuestra relación no era cordial.

Durante las últimas semanas me han pedido entrevistas diversos medios de Tarragona; me ha llamado mucha gente, también responsables políticos. A todos les he dicho lo mismo, que yo ya me he ido y no quiero polémicas. Me bastaría con que el Alcalde se disculpara de sus insultos y reconociera que no ha dicho la verdad. Igual que ha buscado este chivo expiatorio, que coja otro y me deje en paz. Siempre he deseado lo mejor a los Juegos del Mediterráneo, y ahora mismo, con más razón. Me parece una ciudad estupenda, en la que tengo además buenos amigos. Ya no soy presidente del Consejo Superior de Deportes, y su actual responsable será quien, con todo el derecho, guíe los pasos a dar por esa institución, para lo que contará con todo mi respaldo y respeto hacia sus decisiones. Yo lo único que busco es no dejar pasar unos graves insultos y una gran mentira sobre mi participación personal -porque como he señalado, mis actuaciones las atribuyen en ese plano, no en el institucional, que sería otra cosa-.

He invitado a Ballesteros a un debate sobre este tema. No le he retado, como dicen algunos, simplemente le ofrezco la oportunidad de que a la cara, como él demanda, exponga las razones por las que dice que he impedido la celebración de los Juegos y justifique sus insultos. Para que yo le pueda decir por qué entiendo que no tiene razón. Hoy no he podido publicar este post antes ocupado por temas personales. Me cuentan que ahora dice que hay que mirar hacia delante. De verdad, me causa perplejidad la actitud del Alcalde. Durante una semana se dedica a sacudirme en ruedas de prensa, entrevistas, ... Le contesto educadamente, y me llama cobarde. Y además, me vuelve a sacudir en otra entrevista. Le invito a que públicamente, en mi presencia, y pudiendo yo defenderme, explique a la gente de Tarragona en qué basa atribuirme el fracaso de la no celebración de los Juegos este año. Y entonces, ya no quiere hablar del tema.


Yo voy a ir contando en este blog qué cosas de las que ha dicho Ballesteros no se corresponden, en mi opinión, con la realidad. Como se ve en la foto, es difícil sostener lo que hoy dice Ballesteros, y en diciembre de 2015 llevarnos tan bien. Habrá más. Ha sacado el tema de la reunión de la que se levantó del CSD. Os la contaré en el próximo post.
Y todo para que no se confunda a la gente en Tarragona. Ballesteros no va a hacer los Juegos en 2017 frente a lo que prometió tantas veces, y esta decepción no tiene nada que ver con Miguel Cardenal, que siempre ha dicho la verdad y cumplido su palabra. No quiero que con este intento de pelea por su parte, intente encubrir dos cosas, por la vía de atribuirme a mi la responsabilidad sobre ellas: que efectivamente los Juegos no se hacen en 2017, y lo que seguramente sea mucho más grave todavía, que se ha pasado cinco años prometiendo a la gente de Tarragona lo que, según transcurría el tiempo, era más previsible que no iba a cumplir.

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